Antes de nada quiero pedir disculpas a aquellos que sean sensibles a las palabras soeces y demás tacos de nuestro rico vocabulario español -le pese a quién le pese, tenemos un extraordinario idioma, aunque últimamente esté en
horas bajas gracias a la insistencia de ciertas minorías de nuestro país y a la permisividad de los políticos corruptos e ignorantes que nos gobiernan-, porque hoy voy a HABLAR CLARO.
Una de las últimas estupideces que he tenido que oír en lo referente a
hablar políticamente correcto -recordarán aquello de la ministra de
Igual Da: miembros y miembras, jeje, al escribirlo me sale la rayita roja del corrector debajo de miembras indicándome que está mal escrito, hasta el Word es más coherente que la ministra-, que como dije en otro artículo,
YA ESTÁ BIEN DE TANTA TONTERÍA, que como decía
Forrest Gump, tonto es el que hace tonterías, como decía su madre; pues aquí vamos a terminar todos tontos del culo. Pues como iba diciendo, escucho en la
arradio otra de esas
tonterías de los que quieren ser más papistas que el Papa:
...NUESTROS OYENTES Y NUESTRAS OYENTES... Y se quedó tan pancha la locutora -su compañero el
locutoro ni se inmutó claro está, qué iba a decir el pobre-, esa noche dormiría de lo lindo sabiendo que ha contribuido a volvernos más estúpidos e ignorantes cada día que pasa, porque lector y lectora míos, si aceptamos tanta demagogia barata sin ni siquiera protestar, somos cómplices de esta lapidación pública de nuestro idioma. Y es que resulta irónico que en el resto de países se estén esforzando porque sus hijos aprendan el español y aquí nos de por hacer precisamente lo contrario. Entre lo mal que hablan ya los
jóvenes y jóvenas de este nuestro país gracias a la
internete y a las redes sociales y la caza y captura de la que está siendo sometido nuestro idioma, aquí vamos a terminar hablando un batiburrillo de idiomas como en aquella película de
Tim Robins Código 46, donde se mezclaba el esperanto con el latín y el
espanglish sin ningún tipo de piedad. Puede que sea esto lo que ocurra en el futuro, quizá, pero bien podríamos tomárnoslo un poquito más en serio, que parece mentira que no nos duela lo nuestro.
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Problemas del Bilingüismo |
A lo largo de la Historia, la lengua común -y no me refiero al órgano que algunos utilizan para lamer los culos del poder con tal de conseguir lo que tanto desean- ha servido para unificar pueblos, construyendo sociedades más complejas y competitivas gracias al mejor entendimiento entre sus
miembros y miembras y la mejor imagen que se da de cara al exterior. Por esa misma regla de tres, imagino yo -absoluto ignorante de las ciencias de la Sociología-, que el caso contrario desunirá, ¿no? Aquí está pasando precisamente eso. Cada día estamos más desunidos y la sociedad se desmembra a pasos agigantados y va directamente a pique. Y lo peor es que hay tal apatía en el ambiente que ya veréis lo que sucederá en las próximas elecciones municipales de mayo, jeje, yo ya empiezo a reírme por si las moscas. Ya falta poco para que el grito de
sálvese quién pueda, sea nuestro eslogan nacional -ya no puede ser el toro por supuesto, ¡que eso es de patriotas y de franquistas de mierda!