Querido lector, me complace reproducir aquí uno de los textos más memorables, sinceros y sin pelos en la lengua que he tenido el placer de leer, y que ha tenido a bien mandármelo mi amigo Johnn Altolaguirre. Un texto VALIENTE para los tiempos que corren de tanta hipocresía, demagogia y de tanto políticamente correcto y sus muertos. He aquí un hombre que no se lo pensó dos veces a la hora de elaborar un discurso que por desgracia no dan en los telediarios, ni en la televisión, ni en la radio, porque sería de muy mal gusto para ciertos oídos, que sólo saben escuchar lo que les conviene.
Este es el hombre, su historia -pincha sobre el nombre y verás su biografía- y su discurso.
Gervasio Sánchez, premio Ortega y Gasset de fotografía 2.008 por la siguiente fotografía.
Este SEÑOR ha tenido el privilegio de nacer con un don: el don de ser humano. No sólo hace fotografías impactantes y maravillosas. No. También tiene claro cómo funcionan los políticos de tres al cuarto que nos gobiernan -¡ojo!, no sólo en España, el resto del mundo tampoco se libra-, cómo funciona el mundo -porque lo ha visto en su máximo exponente, en su máxima realidad, con ojos especiales, ojos que saben mirar más allá de la simple fotografía y así nos lo muestra, tal como es y no debería ser- y cómo es el Ser Humano.
Los premios Ortega y Gasset fueron creados por el periódico El País en 1.984. Se otorgan a los mejores trabajos publicados en medios de comunicación en español de todo el mundo, primando la defensa de las libertades, la independencia, el rigor, la curiosidad y la pasión de quienes lo ejercen, como valores esenciales del Periodismo.
El 7 de Mayo de 2.008, Gervasio Sánchez subió a recoger su premio ante la asistencia de un concurrido público, entre ellos estaban también la vicepresidenta del gobierno, el presidente del Senado, varios ministros, Esperanza Aguirre y el alcalde de Madrid, Alberto Ruiz Gallardón, además de todos los demás medios de prensa. ¡Bonito plantel de oyentes! ¡Lástima que lo que iban a escuchar no les iba a gustar! ¡Pero nada, de nada!
EL DISCURSO
"Es para mí un gran honor recibir el Premio Ortega y Gasset de Fotografía convocado por El País, diario donde publiqué mis fotos iniciáticas de América Latina en la década de los ochenta y mis mejores trabajos realizados en diferentes conflictos del mundo durante la década de los noventa, muy especialmente las fotografías que tomé durante el cerco de Sarajevo.
Quiero dar las gracias a los responsables de Heraldo de Aragón, del Magazine de La Vanguardia y la Cadena Ser por respetar siempre mi trabajo como periodista y permitir que los protagonistas de mis historias, tantas veces seres humanos extraviados en los desaguaderos de la historia, tengan un espacio donde llorar y gritar.
No quiero olvidar a las organizaciones humanitarias Intermon Oxfam, Manos Unidas y Médicos Sin Fronteras, la compañía DKV SEGUROS y a mi editor Leopoldo Blume por apoyarme sin fisuras en los últimos doce años y permitir que el proyecto Vidas Minadas al que pertenece la fotografía premiada tenga vida propia y un largo recorrido que puede durar décadas.
Señoras y señores, aunque sólo tengo un hijo natural, Diego Sánchez, puedo decir que como Martín Luther King, el gran soñador afroamericano asesinado hace 40 años, también tengo otros cuatro hijos víctimas de las minas antipersonas: la mozambiqueña Sofia Elface Fumo, a la que ustedes han conocido junto a su hija Alia en la imagen premiada, que concentra todo el dolor de las víctimas, pero también la belleza de la vida y, sobre todo, la incansable lucha por la supervivencia y la dignidad de las víctimas, el camboyano Sokheurm Man, el bosnio Adis Smajic y la pequeña colombiana Mónica Paola Ojeda, que se quedó ciega tras ser víctima de una explosión a los ocho años.
Sí, son mis cuatro hijos adoptivos a los que he visto al borde de la muerte, he visto llorar, gritar de dolor, crecer, enamorarse, tener hijos, llegar a la universidad.
Les aseguro que no hay nada más bello en el mundo que ver a una víctima de la guerra perseguir la felicidad.
Es verdad que la guerra funde nuestras mentes y nos roba los sueños, como se dice en la película Cuentos de la luna pálida de Kenji Mizoguchi.
Es verdad que las armas que circulan por los campos de batalla suelen fabricarse en países desarrollados como el nuestro, que fue un gran exportador de minas en el pasado y que hoy dedica muy poco esfuerzo a la ayuda a las víctimas de la minas y al desminado.
Es verdad que todos los gobiernos españoles desde el inicio de la transición encabezados por los presidentes Adolfo Suarez, Leopoldo Calvo Sotelo, Felipe González, José María Aznar y José Luis Rodríguez Zapatero permitieron y permiten las ventas de armas españolas a países con conflictos internos o guerras abiertas.
Es verdad que en la anterior legislatura se ha duplicado la venta de armas españolas al mismo tiempo que el presidente incidía en su mensaje contra la guerra y que hoy fabriquemos cuatro tipos distintos de bombas de racimo cuyo comportamiento en el terreno es similar al de las minas antipersonas.
Es verdad que me siento escandalizado cada vez que me topo con armas españolas en los olvidados campos de batalla del tercer mundo y que me avergüenzo de mis representantes políticos.
Pero como Martin Luther King me quiero negar a creer que el banco de la justicia está en quiebra, y como él, yo también tengo un sueño: que, por fin, un presidente de un gobierno español tenga las agallas suficientes para poner fin al silencioso mercadeo de armas que convierte a nuestro país, nos guste o no, en un exportador de la muerte.
Muchas gracias."
¿ALGO QUE OBJETAR?
¿LE DARÁN EL PREMIO OTRA VEZ?
Saludos y Suerte, Fran.
¡Ole sus....! Más claro...agua. Admiro a la gente que son valientes y capaces de expresar sus sentimientos ante todas las cosas, buenas y malas. Admiro a la gente que defiende lo más íntimo, lo más personal, lo más necesario... que es la vida. Admiro a la gente que defiende a la gente desprotegida, a los olvidados, a los más débiles... que no olvidemos que son débiles por haber nacido en países ignorados por los grandes políticos del mundo, ignorados por las clases altas, por los poderosos (...poderosos ¿por qué? ¿de qué?...). El mundo necesita seres valientes como Gervasio, seres con corazón y con agallas suficientes para decir nombres que le queman el alma. Bravo,Gervasio. ´¡Tú sí que eres libre!
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